Con motivo de un nuevo número de la revista Tragos que edita OSAAEE (Organización de Sindicatos de Actrices y Actores del Estado Español), realicé una entrevista a Eduardo Milewicz que incluyo a continuación.
Eduardo, has escrito guiones, dirigido películas, hecho coaching de actores y dado clases de dirección de actores, ¿qué te aporta cada una estas ocupaciones?
Escribir, dirigir, enseñar, aprender forman un todo vocacional. Hoy siento que si alguna de estas actividades me faltara me sentiría incompleto. Para mí, todo este conjunto de actividades y roles son momentos de algo central, que me constituye, me vertebra y me expresa.
¿En cuál de las tres te sientes más cómodo?
Cómodo e incómodo me siento a diario en cada una las tres. Escribir, por ser en soledad, demanda más concentración y serenidad. Dirigir, sobre todo, a partir de mi experiencia en series españolas, es algo ya incorporado y donde empiezo a vislumbrar una madurez que aún no siento en la escritura. Formar y enseñar refuerzan mi mirada como director (desde ese lugar enseño a los actores) y, al mismo tiempo, me coloca en una situación de atención y entrenamiento mucho más paciente que en la dirección y en la escritura.
¿Cuándo nació tu vocación para dedicarte al cine y la televisión?
No recuerdo una fecha exacta. Se fue instalando en mi desde pequeño, como un modo de prolongar los libros que leía, en la imaginación. Fueron los libros los que me empujaron a participar en talleres de escritura, de fotografía, de cine. La tv la consumía como cualquier niño de Buenos Aires. Muchas series americanas pero también muchas argentinas. Después de mi primer corto decidí continuar por la escritura y la dirección de una serie “Desde Adentro”, en 1992, con un elenco de actores que tenían mucho para enseñarme y aportar, Cristina Banegas, Cecilia Roth, Miguel Angel Solá, entre otros tantos. Luego hice dos largos y por quince años no volví a dirigir series. Ahora, con “El síndrome de Ulises” y “El porvenir es largo” volví sufrir y a disfrutar de la dirección televisiva.
Tu primera película es un drama intimista y la segunda una comedia y en ambas has colaborado con otro guionista, ¿el argumento de las películas es tuyo o te fue ofrecido?
En las dos películas el germen inicial, el argumento, nació de mí.
¿En qué momento de gestación de la historia decides llamar a otro guionista para trabajar el guión?
En “La vida según Muriel” llamé a Susana Silvestre, mi coguionista en aquella aventura, cuando terminé 10 páginas de tratamiento. En “Samy y yo” en cambio, para ajustar la última versión. Ahora, en “Todos Contentos”, Eduardo Berti, con quien compartí la escrtitura, comenzó a trabajar conmigo desde el primer renglón.
Después de rodar dos largos diriges un cortometraje, ¿era hambre de dirección?
Si, “hambre” es una buena palabra. Pero también fueron experiencias que planteé con alumnos y dentro de un programa de formación actoral.
Con tu tercera película afirmas que abordarás la comedia madrileña, ¿puedes contar algo del argumento?
Mi próxima película dejó de ser una comedia madrileña y preferiría conservar algún tiempo más el argumento en secreto. Como dice el proverbio chino: “no hables de tu amor que se escapa por tu aliento”.
¿En tus próximos proyectos continuarás apostando por la comedia o te gustaría probar con otros géneros?
Me encanta la comedia y me encanta trabajar nuevos géneros.
A la hora de dirigir, ¿tienes algún referente cinematográfico? ¿Qué películas son las que más te han marcado?
Truffaut, Billy Wilder, Polansky, Wajda, Kieslowsky, Almodóvar, los Cohen, Leigh, Stephen Frears, Leonardo Favio, Demare… La lista podría seguir y seguir. Me gusta el cine y me gusta a la hora de recibir un guión decidir a qué directores y películas convoco de referentes. Algunas secuencias de un delicioso capítulo de “El síndrome de Ulises” las planifiqué a partir de la forma de moverse en el cuadro de Chaplin (gracias a una muestra que organizó en Madrid Caixa Forum). Para otras, la referencia me la dio “Con la Muerte en los talones”. En “La vida según Muriel” tenía muy cerca de “Blue” de Kieslowski…
Das clases a actores para que aprendan a enfrentarse a la cámara, ¿cuál es la base de tu trabajo con ellos?
Como dije antes. Trabajo a partir de mi mirada como director. Dirigir actores supone para mí dos tareas: la de construir el personaje y la de elegir “el modo” de ejecución de ese personaje. Soy un director más bien sensorial que centro mucho de mi trabajo en la mirada sobre la ejecución. Actores que pueden construir muy bien, con mucha precisión sus personajes y que sin embargo su ejecución es completamente teatral… Ahí es donde me gusta intervenir. Trabajar. Para ser más exactos: cuando dirijo y cuando enseño apunto a lo mismo: cómo lograr que la singularidad de un actor cobre su mejor expresión en la pantalla. Cada actor es único y es excepción. Cada actor, cada alumno, trae la posibilidad de contener un diamante, me digo: vamos a la búsqueda de ese tesoro… Mi instrumento de trabajo para esa búsqueda es una vieja cámara que me acompaña desde hace casi una década…
¿Usas los mismos consejos a la hora de dirigir?
Uso pocos consejos pero la misma percepción del actor cuando enseño o entreno o dirijo.
Tu última experiencia como coach ha sido en la película “La casa de mi padre” de Gorka Merchán, ¿cómo fue la experiencia? ¿El trabajo de un coach no se confunde con el del director?
La experiencia fue deliciosa. Trabajar con un elenco formado por Carmelo Gómez, Vero Echegui, Emma Suarez, Junjo Ballesta, metidos cuatro horas por día a entrenar es una aventura grandiosa. El director se incorporó a este proceso que duró cuatro semanas. Luego ellos se fueron al país Vasco a rodar y yo a la Escuela de Cine de Cuba, a dar un curso. Volví para acompañar los tres últimos días de filmación.
Por último, ya que abordas tres aspectos del negocio audiovisual, qué consejo le darías a tres personas que se inician en la profesión y que han elegido ser guionista, director y actor respectivamente.
Pocos consejos, porque no es mi estilo. Pasión, perseverancia, fortalecer la propia mirada, automotivarse y mantenerse entrenado para profesiones de alto riesgo, bellísimas e inestables.
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1 comentario:
Corta. Se ha hace corta, coño. Un abrazo desde la pérfida Albión pasada por agua. Has de saber que antes de anoche me bañe en el canal de la mancha, a 2 graditos. Y que, como antaño sucedió con la vencible armada invencible, el mar se llevó mis zapatillas y tuve que volver descalzo a casa.
Te vienes en fallas o que? Necesito a alguien para arrastrar a mis locuras.
Un abrazo!!!!
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