El Manifiesto de Belgrado se presentó en el Belgrade Festival of Auteur Film. Es un manifiesto que denuncia el estancamiento del lenguaje cinematográfico actual y la escasez de propuestas innovadoras. Os podéis sumar al manifiesto en la página web: www.belgrademanifesto.com. Entre las firmas figuran las de Alexander Sokurov y Aki Kaurismaki.
El manifiesto es el que sigue:
El cine de hoy vive una crisis, una enfermedad severa, un sentimiento de agotamiento artístico, ausencia de puntos de vista. La evolución del lenguaje de imágenes en movimiento, tan vital en el bienestar y significación de los medios de comunicación, se ha detenido. Cada vez hay menos buenas películas y son cada vez menos los espectadores informados e interesados en ese cine, tan importantes para su reconocimiento. La generación más avanzada no concurre más a las salas porque muchas de las películas están destinadas a los jóvenes, y en estos tiempos las jóvenes generaciones tiene una limitada idea sobre la capacidad de profundidad, emoción y complejidad del cine. Los críticos, que deberían ser la guía y los educadores de tal audiencia, son, en gran medida, incompetentes. Las estructuras de distribución están caducas.
El crecimiento del mercado globalizado y el notable éxito de Hollywood en explotarlo, más allá del hecho que los filmes son cada vez peores, no sólo hicieron mermar el mercado alternativo sino que, aún más perturbador, han minado aproximaciones alternativas a la producción actuando como un virus apropiándose en forma directa o incorporándola como propia, a sus métodos y su filosofía. Nadie presta atención a la forma sin la cual, tal como nuestros antecesores lo entendieron, nada que valga la pena puede desarrollarse. Se exagera la importancia de la “historia”; el estudio de sus groseros mecanismos devino en una industria por sí misma con asesores y expertos en cada agencia financiera y casas de producción, parte de un eterno crecimiento de una burocracia improductiva cuyo objetivo es olfatear la moda o tendencia del día y seleccionar y desarrollar (y distorsionar) producciones en concordancia con tales predicciones.
Pero no funciona. Con pocas excepciones – la aleatoria “pegada” o un éxito provisorio de una fórmula demanda en un mercado interno – estas películas no están dando beneficio económico. El sistema no es sustentable y lo que resulta peor es que sabemos que aquellas películas que reverenciamos, que pasaron la prueba del tiempo, no pueden hacerse hoy. Sin embargo, el paisaje se desplazó y ahora estamos entrando en la era del “cine digital”. Existen un creciente número de conferencias y convenciones acerca del impacto del tema en la financiación, distribución y exhibición. Lo que se está ignorando es la imagen especular de esta crisis, y lo que está íntimamente ligado a ella, o sea el estancamiento del lenguaje cinematográfico y la de su forma y la consecuente falta de innovación y profundidad, esenciales para mantener viva la cinematografía.
Estamos en el cruce de rutas donde las nuevas posibilidades abiertas por la producción y la exhibición digital ofrecen un verdadero potencial para la renovación del cine. Pero el peligro es que pueden trabajar en sentido opuesto embarrando el mercado con trabajos de baja calidad. Como cineastas queremos aprovechar esta oportunidad. En definitiva hoy es posible, debido a la enorme reducción de los costos, sortear los canales habituales y realizar películas de alta calidad SIN PEDIR PERMISO. Además, necesitamos adaptar y desarrollar estos modelos de distribución y exhibición que están aún en su etapa de inicio y comenzar a identificar nuevas fuentes de financiación mínima. Es tiempo de asumir la responsabilidad sobre nuestro futuro y crear una comunidad comprometida e interactiva que puede aportar ideas y trabajar en forma conjunta para encontrar caminos transitables para realizar y exhibir nuestras películas y construir los públicos que desean verlas.
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